Thursday 3 December 2009

The girl who's been waiting.



Había una vez, una chica que lo podía hacer todo.

Era tan valiente, que nadie que la conociera se atrevía a retarla. Solía pasar las noches en un bosque a las afueras de la ciudad, donde nadie la molestaba y podía descansar de esa vida basada en las apariencias.
Un chico que oyó hablar de ella, fue directo al bosque para encontrarla. Llegó al oscuro bosque de madrugada, y la buscó por todas partes. Ella estaba sentada en un árbol, mirando fijamente a las estrellas, esperando que ellas le dieran una señal. Ella les pedía el poder de mandar sobre sí misma, el nunca fracasar a ojos de otro. El chico estaba dispuesto a demostrarle que él era mejor, así que al divisarla por fin, fue directo hacia ella.
Levantó tal revuelo en el bosque debido a su excitación por haberla encontrado que hizo que sin querer ella se cayera del árbol por la sorpresa. Fue a parar directa al oscuro río. Cayó, cayó y cayó.
Pasaron un par de horas hasta que ella se dio cuenta de que nada de eso le dolía. No sentía dolor, a pesar de prácticamente haber muerto. La verdad era, que casi no recordaba la última vez que había sentido dolor alguno. Se levantó a orillas del río y empezó a caminar en dirección a la ciudad. Debía probar más dolor. Quería probarse a sí misma. Llegó hasta la carretera y se tiró delante de un camión. Nada. Lo repitió seis o siete veces pero nunca le pasaba nada. Era inmune al dolor.
De ahí en adelante se dedicó a retar a todo el mundo, a hacer todo lo que quería, ya que hiciese lo que hiciese, nunca le pasaría nada.
Vivió así durante muchos años, pero poco a poco aquellas victorias dejaron de satisfacerle. Ya no tenía gracia ganar, pues no requería de esfuerzo alguno. Se había quedado sin amigos, pues ninguno mas la aguantaba. El poder la había consumido.
Seguía sin poder sentir dolor, aunque si empezaba a notar algo insoportable en su interior, en su alma. Echaba de menos su anterior vida, y por raro que parezca, echaba de menos el poder sentir. Aunque eso acabó rápido. Unos días después de que se diera cuenta que no le gustaba esa vida, volvió al viejo bosque. Era de nuevo de madrugada, como la última vez que había estado allí, pues desde que su vida cambió, no había vuelto a visitar aquel bosque. Estaba pensando en qué hacer. No había manera de salir de ahí.
Y entonces se dio cuenta. Si que podía sentir, y mucho, ese era el problema. No se había dado cuenta que estaba engañándose a sí misma. Eso que notaba en su interior era su dolor desbordándose. Había estado tratando de evitar todo lo que la dañaba, y con ello finalmente se había dañado más aun. No podía soportarlo más, iba a explotar.
Se dejó caer, en el frío suelo de aquel bosque, sobre las hojas mojadas y la hierba húmeda. Se quedó ahí tumbada, durante mucho tiempo. Días, quizá años, esperando a que alguien la rescatara. Pero nadie acudió.
Había tenido todo lo que creía que quería, y se había dado cuenta demasiado tarde de que eso no era lo que le pedía su corazón. Por eso ahora sigue ahí, en ese viejo bosque, esperando a que alguien la salve.